Ciutat real, ciutat ideal

Se quiera o no, los procesos de formalización y transformación del espacio urbano no responden sólo a unas determinadas funciones instrumentales y/o a una cierta concepción formal, estética, del planeamiento. También actúan como un mecanismo básico de expresión y transmisión de códigos y referentes colectivos, de posibilidades de encuentro, intercambio y convivencia... O de conflicto.
No sólo responden en un programa funcional, sino que ellos mismos son un programa, dispositivo de ordenación e interpretación de la realidad.
Todo el análisis de una ciudad que ignore la importancia decisiva de los componentes culturales y simbólicos de la vida urbana está condenado, en términos de conocimiento, a un reduccionismo estéril y, en términos prácticos, como posible instrumento teórico de una estrategia de planificación, al fracaso más radical.
No se trata de recuperar viejas utopías pero sí de repensar la ciudad en su complejidad. Que el urbanismo sea, a la vez, instrumento de urbanidad.