Exposición
La ciudad que nunca existió
Arquitecturas fantásticas en el arte occidental
Esta exposición presenta una selección de representaciones artísticas de arquitecturas imaginarias de autores de todas las épocas, desde la antigua Roma hasta nuestros días.
La exposición reúne unas 80 obras de arte en diferentes soportes, que incluyen frescos, pintura, dibujo, fotografía o instalaciones. El núcleo central de la muestra gira alrededor del género del capricho arquitectónico, entre los siglos XVI y XVIII, con una representación de los mejores pintores de las principales escuelas europeas: Monsu Desiderio, Vredeman de Vries, Van Delen, Codazzi, Francisco Gutiérrez, Marieschi, Bellotto, Hubert Robert.
Este conjunto se complementa con una selección de frescos pompeyanos procedentes del Museo Arqueológico de Nápoles y una muestra de artistas de las vanguardias históricas que han sido influidos por esta tradición pictórica: De Chirico, Mario Sironi, Paul Klee, Paul Delvaux, Leon Spilliaert, Fernand Léger.
La exposición también presenta el eco de estos temas en algunos creadores plásticos actuales como son José Manuel Ballester, Ann Veronica Janssens, Catherine Yass, Miquel Navarro, Olivo Barbieri, Cristina Iglesias o Perejaume, entre otros.
Las obras se agrupan en siete apartados temáticos donde conviven obras de diferentes épocas que permiten una lectura transversal de las arquitecturas fantásticas. Cada uno de los ámbitos destacan distintos rasgos que caracterizan a las arquitecturas imaginarias, o a las arquitecturas reales representadas de tal forma que adquieren un aspecto fantástico.
Comisariado: Pedro Azara
1.- ARQUITECTURAS DE OTROS MUNDOS
Ciudades y arquitecturas del mundo de los muertos.
Autores: Miquel Navarro, frescos pompeyanos, Giorgio de Chirico, Monsu Desiderio, Olivo Barbieri, Maria-Helena Vieira da Silva, Wols, Paul Klee, Manuel Hernández Mompó, Fernand Léger.
Plazas vacías, invadidas de sombras, bajo un sol que declina. Figuras quietas como estatuas de sal. Los espacios que De Chirico pintara, al igual que las ciudades de Navarro, carecían de vida. Ambos artistas se han inspirado en las imágenes arquitectónicas, de contornos nerviosos y formas neblinosas, que pueblan los frescos pompeyanos.
Estos cuadros romanos se inserían en grandes estructuras pintadas que simulaban puertas que se abrían a otro mundo, fuera de los límites de las estancias habitadas; mostraban ciudades del más allá habitadas por sombras -desvaídas almas de ancestros que velaban por los seres vivos.
2.- ARQUITECTURAS DE LEYENDA
Castillos y ciudades de una Edad Media legendaria.
Autores: Eugène Deshayes, Victor Hugo, Max Ernst, Genaro Pérez Villaamil, Maerten van Valckenborch, Olivo Barbieri, Mario Sironi, Paul Delvaux.
Desde mediados el siglo XVII, los artistas empezaron a pintar arquitecturas de la antigüedad (y ruinas de arquitecturas del pasado), no como ellos se imaginaban que habían sido, sino como las soñaban, como les gustaba que hubiesen sido. La recreación de una época soñada primaba sobre la precisión histórica. Los sueños deforman y engrandecen. También tiñen las formas de niebla. Los castillos medievales, inaccesibles, sobre riscos empinados, y las catedrales góticas cubiertas de agujas se prestaban, por su imposible altivez, a estas recreaciones de la fantasía, de un pasado heroico e imposible.
3.- ESPACIOS AMBIGUOS. ¿INTERIOR O EXTERIOR?
Espacios en los cuales se diluyen las fronteras ente el interior y el exterior.
Autores: Hans Vredeman de Vries, Monsu Desiderio, Hendrichk van Steenwijk "el joven", Viviano Codazzi, Cristina Iglesias, Dirck van Delen, José Manuel Ballester, Francisco Gutiérrez, Matías de Torre, Perejaume.
Trazar los límites de un edificio o de una ciudad es lo primero que hace un arquitecto antes de edificar. Cuentan los mitos que los mismos dioses de la arquitectura ayudaban a los reyes a hincar varas en el suelo y a unirlas con una cuerda para dibujar el contorno exterior de un templo o de un edificio. Los límites entre el exterior, donde acechan los peligros, y el espacio interior, en el que el hombre se cobija y se defiende, constituyen el fundamento de la arquitectura. "Templum", en latín, significaba "espacio acotado", aunque no necesariamente construido.
En los caprichos arquitectónicos, por el contrario, los límites se desdibujan. Las estancias se abren al jardín al tiempo que éste se urbaniza. Grandes oberturas, a los lados y en el fondo, invitan la mirada a explorar el espacio y a perderse -en todos los sentidos de la palabra. Son lugares donde todo es posible. Es imposible morar en paz en éstos. Nada detiene al que los habita; nada se interpone entre la naturaleza agreste y el hogar.
4.- CIUDADES MALDITAS
Ciudades que causan la pérdida de sus habitantes en vez de protegerles la vida.
Autores: Francisco Collantes, Juan de la Corte, Antoni Tàpies, Antonio Joli, Claude Joseph Vernet.
"Son los dioses, los dioses implacables
los que están arrumbando esa opulencia
y los que a Troya arrasan de su cumbre."
(Virgilio, Enéida, II, 601-603)
Hasta épocas recientes, Cnossos -el mítico y laberíntico palacio cretense (un lugar de perdición) donde vivía encerrado el Minotauro- y Troya se confundían. Troya fue construida por el dios de los mares (al que el primer rey negó pagarle ni darle las gracias) sobre los dominios de la diosa del engaño.
Según las leyendas latinas, Roma fue fundada por (descendientes de) Eneas, un príncipe troyano. Troya era la causa de Roma. Para los países del norte de Europa, protestantes, calvinistas y luteranos, Roma, sede del ostentoso papado católico, era la Gran Prostituta apocalíptica, la nueva Babilonia (donde se alzaba la torre de Babel que los hombres intentaron levantar para alcanzar el cielo) o la nueva Troya, sedes de todos los males y los monstruos.
Lluvias de fuego cayeron sobre estas ciudades malditas de las que los habitantes, desesperados, vanamente se ufanaban por escapar.
5.- EN LOS LÍMITES DE LO HABITADO
Espacios aislados construidos frente a la naturaleza amenazadora.
Autores: Karl Friedrich Schinkel, frescos pompeyanos, Viviano Codazzi, Vicente Giner, Patrick Shanahan, Bernardo Bellotto.
El optimismo renacentista se quebró. El hombre dejó de ser el centro del mundo. No era más que una caña doblegada por el viento. Al mismo tiempo, el mundo se ensanchó. Los astrónomos barrocos descubrieron que los cuerpos celestes se multiplicaban hasta el infinito. La naturaleza ya no era el recoleto jardín de las delicias del gótico. Parajes, hasta entonces terroríficos, como riscos y costas recortadas contra el mar encrespado, empezaron a ser objetos de atención por parte de los artistas. Templetes aislados y palacios solitarios se atrevieron a instalarse en la nueva y última frontera, ante el espacio indómito. El hombre ya soñaba con domesticar el mundo entero.
6.- ARQUITECTURAS DE LA DESMESURA
Arquitecturas con estructuras imposibles. Inspiradas en arquitecturas masónicas que ponen a prueba la perseverancia del hombre.
Autores: Catherine Yass, Bernardo Bellotto, León Spilliaert, Michelle Marieschi, Marco Ricci, Hubert Robert.
La arquitectura es un arte que los dioses inventaron y que aún practican. Desde muy antiguo, Dios ha sido el Gran Arquitecto del Mundo. En el sigo XVIII, se empezó a creer en un Ser Supremo, a cuya facultad principal, la Razón, se la honraba con edificios de formas geométricas grandiosas.
Para los masones, surgidos en el Siglo de las Luces, la arquitectura, basada en el conocimiento de los secretos constructivos del Templo de Salomón -proyectado por Yavhé-, era un medio para cultivarse. Se edificaba para edificarse. Para pintores masones como Robert, el arte de la arquitectura brindaba imágenes mentales, con volúmenes descomunales que ponían a prueba la inteligencia del hombre, que elevaban el espíritu.
7.- ARQUITECTURAS (IN)TRANSITABLES
Espacios reales construidos pero que, paradójicamente, no pueden ser recorridos.
Autores: Ann Veronica Janssens, Martí Anson.
La arquitectura es el único arte que se descubre al tiempo que se recorre. Los espacios visitados se suceden en el tiempo. Es imposible abarcarla de un golpe de vista. Nunca se obtiene una única imagen. El espacio interno es el núcleo de la arquitectura. Una construcción impenetrable, como el laberinto de Creta, recorrido por un sinfín de galerías en las que el visitante que se adentra, desorientado, se pierde, es la antítesis de un hogar. El espacio se construye, se delimita y se edifica para ser habitado. Los muros y la techumbre protegen al ser humano. Los "sin-techo" están desamparados. No tienen un lugar donde asentarse. En el imaginario griego, los condenados a la pena máxima eran apátridas que ninguna ciudad podía acoger. Estaban a la merced de los peligros que acechan en las tierras no cultivadas, en medio de los bosques impenetrables. Hoy en día, sin embargo, las metrópolis son como la Roma Imperial: lugares sumidos en el desorden, donde no se puede vivir. Son selvas donde, en ocasiones, nadie se aventura. Algunas instalaciones contemporáneas dan fe del desconcierto del ciudadano ante espacios en que las coordenadas se han perdido y que han vuelto a la barbarie.