Virtudes

Paradójicamente, la prosperidad y el bienestar de los últimos años no han contribuido a fortalecer la vida en común, sino que más bien han minado sus fundamentos agudizando la tendencia al individualismo, el descrédito de la política y el menosprecio por un equilibrio sostenible entre presente y futuro. En este contexto de decadencia de la vida pública, parece más necesario que nunca volver a reflexionar sobre las virtudes democráticas clásicas y, en consecuencia, sobre la felicidad y el bien comunes. Ahora que finalmente todo lo que parecía sólido se ha ido desvaneciendo, queda en pie la pregunta sobre cómo es el mundo que nos gustaría habitar y qué virtudes habrían de articular la vida colectiva. ¿Podríamos llegar a pensar que la crisis económica es, en buena medida, consecuencia de una gran quiebra ética? ¿Es posible consensuar una «mínima moral» que sea patrimonio de todos? ¿Cómo podemos ejercer activamente la ciudadanía? ¿Qué valores y qué cualidades deberían definir hoy las virtudes cívicas?