Crisis

La sacudida de la crisis económica nos ha despertado bruscamente del sueño de bienestar en el que estábamos inmersos. Sin apenas transición, hemos pasado de vivir ajenos a las preocupaciones sobre el futuro a desfilar desesperanzados hacia un porvenir incierto, sobre el que no dejan de pronunciarse sombríos pronósticos. Y aunque la economía es la punta de lanza de esta crisis, la sensación de agotamiento, de fin de época, afecta por igual a otras facetas del presente: el juego político y el juicio estético, los fundamentos éticos de la vida en común, los recovecos de la intimidad, nuestra relación con el planeta o la capacidad para imaginar mundos posibles. Pero, ¿no son también las crisis momentos de gran agitación y creatividad? ¿Acaso no abren siempre un lapso de libertad antes de que cristalice un orden nuevo? ¿Vuelven a plantearse las grandes preguntas: ¿con qué herramientas enfrentaremos el reto de responderlas?