El conductor ebrio: reflexiones sobre una civilización que se acaba

 

Según McKenzie Wark, se nos dice que lo mejor que podemos esperar de las grandes empresas de tecnología que pretenden dominar nuestro futuro es que los coches conducirán solos. Así, afirma, se nos presenta un mundo del futuro que solo se diferenciará del actual porque los taxistas estarán en el paro y ya no seremos atropellados por conductores ebrios, sino por robots.

Wark, que desconfía de este mundo racional lleno de autómatas ejecutando algoritmos a la perfección, se plantea si todo este entramado de empresas de robótica y telecomunicaciones que quiere controlar el mundo opera, en realidad, como si fuera un conductor borracho. A su juicio, este conductor avanza temeraria y rápidamente hacia el abismo, incapaz de leer las señales de alerta del cambio climático ni tampoco otras luces de emergencia. En esta metáfora que elabora, todos nosotros somos pasajeros de este vehículo desbocado, y tenemos que averiguar cómo podemos tomar el control del vehículo en movimiento en que se ha convertido esta  civilización loca.