«Con los ojos bien abiertos: Ensayos sobre arte» de Julian Barnes

Julian Barnes demostró su francofilia en El loro de Flaubert, y dedicó un capítulo de Una historia del mundo en diez capítulos y medio a La balsa de la medusa. Este volumen de ensayos sobre pintura está lleno de amor por la cultura francesa, y arranca precisamente con el lienzo de Géricault. Buena parte de sus páginas se dedican al arte francés del siglo XIX y principios del XX, un período en el que París era la indiscutible capital cultural no solo de Europa sino también de todo el mundo.

El grueso de los textos aquí reunidos se centra en la pintura que va del romanticismo y el realismo a los movimientos postimpresionistas, con artistas como Delacroix, Courbet, Manet, Fantin-Latour, Cézanne, Degas, Odilon Redon, Bonnard, Édouard Vuillard, Félix Vallotton y Braque. Y en la parte final del libro se suman otros ensayos acerca de las paradojas visuales de Magritte, las esculturas blandas de Oldenburg, el realismo crudo de Lucien Freud y los colores de Howard Hodgkin.

Barnes aporta una mirada perspicaz, inteligencia y sensibilidad a raudales, plantea conexiones sugerentes entre literatura y pintura, una grata ausencia de corsés académicos y un contagioso entusiasmo que le lleva a declarar que «el arte no solo capta y refleja la excitación, la emoción que contiene la vida. A veces va más allá: el arte es la misma emoción».