6 Agost, 2008

INESPERADAS CONEXIONES BALARDIANAS (I): PAUL BARTEL

Por Jordi Costa

Hace unos meses, salió a la venta en E-Bay una carta firmada por J. G. Ballard, dirigida al ya desaparecido director de cine Paul Bartel. En ella, el escritor se excusaba, aduciendo motivos de salud, ante la propuesta de una posible cita formulada por el cineasta en vísperas de su viaje previsto a Gran Bretaña.
En la página de la International League of Antiquarian Booksellers, la librería Antic Hay Books ofrece en venta uno de los 100 ejemplares numerados y firmados de la edición limitada de “El imperio del sol” publicada por Victor Gollancz en 1984. Además de la firma de J.G. Ballard, el ejemplar contiene una dedicatoria personal que desvela la identidad del antiguo propietario de ese libro: “Ojalá tuviera uno de estos ejemplares”, escribe Steven Spielberg en la dedicatoria dirigida a su colega de profesión Paul Bartel.

 Paul Bartel

Sorprende descubrir la secreta condición ballardiana de alguien como Paul Bartel, director formado en la escudería de Roger Corman, cuya obra se sitúa en una particular zona de tránsito entre la serie B y cierto espíritu contracultural. Con todo, basta con hallar esta conexión inesperada para descifrar la heterodoxa, concisa e interesante filmografía de Paul Bartel bajo otra luz: a fin de cuentas, alguien que ha fantaseado con el fetichismo de la velocidad –“La carrera de la muerte en el año 2000” (1975)-, el sexo con muñecas hinchables transparentes a las que el usuario puede inyectar sangre humana –“Private Parts” (1972)-, el canibalismo de clase media en clave musical –“¿Y si nos comemos a Raúl?” (1982)- y el re-enacting de telecomedias en un refugio nuclear tras el fin del mundo –“Shelf Life” (1993)- tenía suficientes números para descifrar sin problemas la sensibilidad ballardiana, aunque el tono de sus trabajos fuese sensiblemente distinto al del autor de “Rascacielos”.

Si hubiese que escoger las dos películas de Bartel más ballardianas, la respuesta podría ser muy sencilla: a) “Secret Cinema” (1968), su cortometraje sobre una mujer que alimenta la paranoia de que alguien está filmando su vida y sus amigos y conocidos asisten por las noches a la proyección del material rodado; y b) “Escenas de la lucha de clases en Beverly Hills” (1989): una traducción de “La regla del juego” de Jean Renoir al lenguaje de los culebrones modelo “Dinastía”, que, en cierto sentido, parece preludiar al J.G. Ballard de “Noches de cocaína” y “Súper-Cannes”.

Póster de la película “Escenas de la lucha de clases en Beverly Hills” (1989)

1 Comentari sobre “INESPERADAS CONEXIONES BALARDIANAS (I): PAUL BARTEL”

  1. Alvy Singer

    Ya hay en Death Race una luz preballardiana que ay…. De todos modos, Bartel es un hombre inagotable. Eating Raoul es su versión deshinibida de George A. Romero.

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