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Exposición

La ciudad de los cineastas

La exposición revela las visiones de los cineastas y las metamorfosis que ha sufrido la ciudad al ser interpretada por el arte cinematográfico.

Si el tiempo era la categoría a priori que determinaba el cine, ahora el espacio también lo es. Quizás porque los territorios cinematográficos se habitan, se dramatizan y, por lo tanto, son capaces de iluminar algunos de sus usos para la vida cotidiana de los pueblos. Este desplazamiento del cine a la categoría de espacio lo convierte en un lugar de acogida de experiencias diversas que, a lo largo de los doce ámbitos temáticos de la exposición, entran en conexión. El resultado es una especie de territorio común – la ciudad de los cineastas – sobre el que se despliegan las experiencias más diversas y las diferentes maneras de ver una misma realidad.

El reto de esta exposición es mostrar como en la obra de algunos de los más decisivos cineastas contemporáneos se contiene la semilla de algunas de las ideas fundamentales del espacio que habitamos o habitaremos. Directores que son capaces de crear formas de pensamiento visual que se nos revelan como portadoras de nuevas categorías de ciudad, que nos habla de espacio, de memoria, de paisaje, de reconciliación, de violencia, de ciudades saturadas, de desiertos revividos por nuevos habitantes o de formas contemporáneas de no lugar. Esto nos llega a través de sus obras, reconducidas fuera de las salas de cine hacia una sala de exposición, pero sin traicionar su placer primigenio, aquella capacidad nuclear que tiene el cine de devenir uno de los principales sugerentes de imaginario de la cultura de nuestros tiempos, de crear una ciudad expandida, formada por las ciudades particulares.

La muestra presenta fragmentos de películas, así como maquetas, dibujos, esbozos, storyboards, fotografías, objetos de utilería, libretas de rodaje y otros elementos que pertenecen a cineastas como Nanni Moretti, Pier Paolo Pasolini, José Luis Guerin, Wim Wenders, Wong Kar-Wai, Wayne Wang, Kevin Smith, Abbas Kiarostami, Takeshi Kitano, Joel & Ethan Coen, Alexandre Sokurov, Sergey Dvortsevoy, Johan van der Keuken, David Lynch, Jafar Panahi, David Cronenberg, Chantal Akerman, Fernando León, Harmony Korine, Stephen y Timothy Quay, Bigas Luna, Jan Svankmajer, Larry Clark, Isabel Coixet, Terry Gilliam, Jim Jarmusch, , Kristian Levring e Iván Zulueta.

1. La memoria del territorio

Algunos espacios conservan las huellas sentimentales de lo que acogieron en el pasado. Sobre esas cicatrices, normalmente dolorosas, se reviven nuevas historias. Espacios evolutivos que, sin embargo, precisan ser reivindicados en esta fragilidad memorialista registradora de nuevas huellas. Esta sección presenta material del propio Pasolini, Wenders y Guerin.

2. Los sentimientos de la ciudad saturada

Algunas ciudades contemporáneas –Hong Kong, muy especialmente– son narradas por algunos autores con unas declinaciones innovadoras. La inmensidad inabordable de esas urbes repletas de densidad no es obstáculo para que se puedan producir en ella historias de fragilidad sentimental. Probablemente el autor que mejor explica este hecho es Wong Kar-Wai. Sus historias pasionales dan por aceptada la existencia de esa ciudad densificada.

3. Lugares públicos, vidas privadas

La intimidad se produce en los lugares públicos. Una categoría central de la modernidad que está creando nuevos espacios de sociabilidad y que pone fin a la identificación de que un espacio público debe ser necesariamente un espacio abierto.

Un espacio fundamental de esa nueva sensibilidad es el de la expendedora de tabaco de la película Smoke de Wayne Wang. De una forma todavía más extrema, encontramos las películas de Kevin Smith –Clerks, Mallrats–, que siempre se producen en espacios de flujos de mercado, como, por ejemplo, los grandes almacenes o una tienda de alquiler de vídeos.

4. El deseo de paisaje

Hay cineastas que han establecido una reconciliación con el paisaje. Lugares autónomos, con una lógica no siempre controlable por el hombre, ante la que cada uno (la humanidad y la naturaleza) establecen algunas formas de armonía. La mayor parte de las películas de Abbas Kiarostami se centran en esta forma de reconciliación, en la que la dureza extrema del paisaje y de quienes viven en él se funden en una mirada de alguna forma celebrativa. El sabor de las cerezas o El viento nos llevará significan plenamente este principio.

5. El drama en el fin del mundo

Una de las características de algunos autores contemporáneos ha sido su capacidad por exacerbar el sentido melodramático utilizando principios que parecían antagónicos, como, por ejemplo, el de la quietud, el de la pulsión en la forma de rodar, el de ser capaces de crear una nueva forma de velocidad sentimental basada en la aceleración de acontecimientos que conducen a un vértigo inimaginable.

6. Los espacios del desorden mental

Algunos interiores saben transmitir de forma oblicua el desorden mental de los personajes que los habitan. Es así como se ha instalado el concepto de atmósfera inquietante aplicada a algunos espacios que contienen una decoración que deambula entre el delirio y la falsa contención. Son espacios habitados por mentes torturadas. David Lynch es un creador especialista en los mismos. También hay obras de Cronemberg, Bigas Luna, Zulueta y los hermanos Quay.

7. La violencia en reposo

En ese espacio la violencia pasa de las personas a los espacios. Se muestra cómo esta inesperada explosión configura un ritmo interno en el que no hay que mostrar una ciudad en permanente ebullición violenta para hacer sentir esa violencia latente, que llamaremos en reposo, a la espera de mostrar su fulgor.

8. El gueto

Algunas películas reflejan espacios autónomos sin centro. Espacios con leyes propias, con redes invisibles que conectan a sus habitantes. Son espacios de identidades que reafirman su identidad diferencial. Los Ángeles es la ciudad paradigma de ello, construida por la suma de muchas comunidades independientes y diferenciadas dramáticamente. El azar y los accidentes crean interacciones entre ellas. Obras de Van der Keuken, Robert Altman, Larry Clarke y Fernando León.

9. Los flujos

El movimiento ofrece conocimiento. Los espacios del flujo son de contraste y la voluntad del cineasta por emprender una búsqueda se manifiesta en la construcción de ese itinerario basado en la prominencia del yo. Se presenta una adaptación de la obra ya clásica de Chantal Akerman, D’Est au Sud, una videoinstalación que resume a la perfección esta implicación de la cineasta en las realidades que desea describir.

10. Arquitecturas del temor

Siguen existiendo ciudades que parecen no sacudidas por la evolución temporal. Pero esas ciudades no son ingenuas. Parten de una estética de la estabilidad para acabar convirtiéndose en metáforas sobre algunas de las cesuras de la contemporaneidad. Es el caso del poblado dual de Eduardo Manostijeras, con las casas pequeñoburguesas de colorines y la mansión gótica en la que habita el ser diferente. De esa dualidad, y del transcurso tranquilo del héroe diferente en una sociedad todavía defensiva, surge otra de las más bellas parábolas anti xenófobas de la década de los noventa. Una maqueta reconstruye algunas de las ciudades de películas como Batman, Eduardo Manostijeras, Mars Attack, Matrix...

11. El deseo de crear

Una proyección simultánea de varias películas protagonizadas por directores de cine que están en pleno rodaje. Una voluntad recopilatoria de toda la exposición y de mostrar cómo el propio cine se convierte en motivo visual, iconografía.

12. Epifanías

A modo de epílogo, se proyecta un montaje realizado por Marc Recha de líneas de horizontes y otras figuras del paisaje. Planos que se dilatan temporalmente encadenándose con otros muy parecidos extraídos de diferentes películas. Variaciones mínimas de esas epifanías horizontales, no necesariamente optimistas, remarcadas por el cambio en la banda sonora.

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