Este mes, Jaume Pitarch

Cada mes, la pantalla del vestíbulo del CCCB se dedica a un creador audiovisual. El mes de mayo nos unimos a las actividades del festival LOOP presentando conjuntamente a Jaume Pitarch (Barcelona, 1963), a partir de una selección realizada por el artista de sus últimas obras. Para el mes de junio, Nicolás Méndez (Madrid, 1973), realizador de videoclips y publicidad, nos ha realizado una generosa selección de sus trabajos más íntimos, de los que destacamos su camaleónica y original forma de reutilizar la imagen cinematográfica, referente constante en su obra.

 

"En su sentido más amplio mi trabajo tiene que ver con la incapacidad del ser humano para identificarse en las estructuras que ha ido creando. El sentimiento de extravío o de inadecuación ante estas estructuras (cultura, matrimonio, sociedad u otros) mueve al hombre a interpretar el mundo y a interpretarse él mismo de manera constante e intuitiva.
En mi trabajo acostumbro a desmembrar y reconstruir elementos fabricados o habitados por el hombre, o bien elementos que han ayudado a construir una idea de él mismo y de lo que el mundo es. Los objetos resultantes suelen expresar el extravío de la persona y la dificultad que experimenta ante ello por mantenerse. Ello explica mi obsesión por el tema del orden (ordenar es el requisito previo a interpretar), y el hecho de que la mayoría de las acciones llevadas a cabo en mi trabajo sean a veces esfuerzos fútiles, o presenten los elementos utilizados en situación de equilibrio o de precariedad."

En sus obras más recientes, Jaume Pitarch explora uno de los síntomas fundamentales de este extravío: el de la degradación o desgaste del significado en el lenguaje y en la imagen, dos estructuras fundamentales que han incidido en la configuración del sujeto contemporáneo.

Pitarch observa la forma en que el materialismo acaba por desgastar las herramientas en las cuales el hombre se ha apoyado para crecer hasta convertirlas en superfluas y opta por un ejercicio de retorno al km 0: desposeer las cosas de su imagen y los discursos de la palabra para ver qué es lo que queda de todo aquello que habíamos convertido en material de consumo.

Ante todo ello sólo parece escapar el acto poético, único vehículo capaz de trascender ocasionalmente la incomunicación a la que el exceso de discursos e imágenes gastadas en los medios públicos nos ha sometido.

Y Pitarch trabaja desde la fe en este acto.

Emiah Miralles, 2007