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Exposición

Érase una vez Chernóbil

Chernóbil, la mayor catástrofe industrial de la historia de la humanidad, nunca ha sido objeto de una exposición. Se han organizado, en efecto, exposiciones de un fotógrafo determinado o de dibujos de niños, la mayor parte de las veces en torno a una recogida de fondos por una ONG, pero nunca se ha intentado mostrar este enorme capítulo de la historia contemporánea.

Fiel a su compromiso con los acontecimientos que configuran los tiempos modernos, el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona tuvo la iniciativa de crear esta primicia mundial, con motivo del vigésimo aniversario del desastre.

La exposición intenta responder a las siguientes preguntas
· ¿Por qué la dirección soviética decidió apostar por la energía nuclear cuando la URSS poseía enormes reservas de petróleo y de gas natural?
· ¿Qué ocurrió exactamente en la central durante la fatídica noche del 26 de abril de 1986?
· ¿Cómo se gestionó la "liquidación de las consecuencias del accidente de Chernóbil" (término oficial)?
· ¿Cómo se desarrolló la "batalla de Chernóbil" en la que participaron aproximadamente un millón de personas? ¿Y qué ha sido de esos héroes que salvaron a Europa?
· ¿De qué modo la realidad de Chernóbil se convirtió en una prueba temible para la política de glasnost (apertura) lanzada por Mijail Gorbachov?
· ¿Por qué fue necesario evacuar unas 600 localidades y realojar de forma permanente a 350.000 personas?
· ¿Qué les ocurre a los animales y a las plantas en las zonas evacuadas, en lo sucesivo abandonadas por el hombre?
· ¿Cómo se vive en los territorios de "Tchernobyl-land", contaminados de forma duradera, con una superficie total de 160.000 km²?
· ¿Cuáles son los problemas de salud y las perspectivas a largo plazo para las poblaciones de Ucrania, Bielorrusia, Rusia, en su mayoría rurales?
· ¿Cómo un equipo de investigadores que practica "etnografía extrema" intenta salvar la cultura de la antigua Polesia, la región que se extiende entre Ucrania y Bielorrusia?

Dar respuesta a estas preguntas constituye el reto de esta exposición. Para crearla, han sido necesarios años de paciente trabajo sobre el terreno, fundamentalmente en Ucrania, pero también en Bielorrusia y en Rusia.

La comisaria de la exposición, Galia Ackerman, historiadora y periodista francesa de origen ruso, ha buscado allí a fotógrafos testigos de la catástrofe, secuencias de archivos de las televisiones estatales, objetos como medallas, trajes o diplomas honoríficos de liquidadores, recortes de prensa y publicaciones de la época, mapas, dibujos de niños, y muchos testimonios más de la historia reciente, que todavía no están confinados en museos.

Lectura filosófica
Pero, además de contar una historia, el CCCB enfrenta al espectador a verdaderos problemas del mundo contemporáneo. Porque Chernóbil cambió para siempre nuestra percepción del tiempo que no volverá a ser lineal: un tiempo que se mide en segundos -bastaron algunos segundos para que el reactor se descontrolara, bastaron también algunos segundos para que un liquidador "tragara" una dosis límite, incluso mortal, de radiactividad-; o un tiempo que pasa a una escala geológica y que se mide entonces en milenios, porque algunos isótopos radiactivos tienen una vida muy larga, como el plutonio-239 que contaminó la nueva ciudad de Pripiat donde se alojaba el personal de la central: su período de actividad (la vida media) es de 24.110 años, lo que significa que, dentro de veinticuatro milenios, habrá en Pripiat la mitad de la cantidad actual de este elemento altamente tóxico que no existe en la naturaleza (es producto del enriquecimiento del uranio por el hombre).

Nuestra percepción del espacio, de la distancia, también se ha visto afectada. Bastaron sólo unos días para que la famosa "nube de Chernóbil" diera la vuelta al planeta rozando a su paso a cerca de un millón de seres humanos, muchos de los cuales viven en países donde no hay centrales nucleares. Nunca se sabrá con certeza cuántas de estas personas padecerán cáncer u otras patologías sanitarias relacionadas con el paso de esta nube. Simplemente, como lo expresa el gran experto ucraniano Dimitri Grodzinski, participaron sin saberlo en una "lotería negativa". La extensión geográfica de las zonas directamente contaminadas también es sobrecogedora. El Sarcófago está rodeado de zonas malditas de contornos borrosos e irregulares como arenas movedizas: "Tchernobyl-land" es un gran país (una tercera parte de España) habitado por unos nueve millones de personas, incluidos dos millones de niños.

Obras artísticas
Estos interrogantes de carácter filosófico se ven reforzados por el impacto de obras artísticas: grandes fotógrafos occidentales, como Guillaume Herbaut, Robert Polidori o Alain-Gilles Bastide, que lanzan una mirada escudriñadora sobre el universo sórdido de un mundo postindustrial, el mundo de Chernóbil; prestigiosos artistas, como la pintora primitiva ucraniana Maria Primatchenko o los pintores rusos contemporáneos Edward Stejnberg, Ígor Makarevich y Maxime Kantor , o "un apasionado del sarcófago", el joven pintor y filósofo francés Christophe Bisson, sensibilizan todos ellos al espectador frente a una realidad compleja de antes y después de Chernóbil.

Histórica, educativa, filosófica, esta exposición es una contribución al futuro museo del accidente, cuyo proyecto ha sido concebido por el pensador francés Paul Virilio. Una invitación a reflexionar sobre nuestra condición humana en una época en la que las calamidades impregnan nuestra vida cotidiana.

Comisariado: Galia Ackerman

Participantes: Victor Kossakovsky

RECORRIDO DE LA EXPOSICIÓN

Chernóbil, 20 años después
Veinte años después de la catástrofe, Chernóbil se convierte en un mito, un símbolo, una palabra clave. Pero, a diferencia de otros grandes desastres naturales o tecnógenos, Chernóbil es una catástrofe en proceso, de la que todavía no se conoce el verdadero alcance de los daños, en particular para la salud de nueve millones de personas que siguen viviendo en los territorios aún contaminados, en Bielorrusia, en Ucrania, en Rusia.
· ¿Qué ocurrió realmente la fatídica noche del 26 de abril de 1986?
· ¿Cómo se desarrolló la "batalla de Chernóbil" contra el enemigo invisible, el átomo?
· ¿Quiénes eran esos "liquidadores", ese millón de hombres y mujeres lanzados al asalto de la radioactividad?
· ¿Cómo se gestionó políticamente esa crisis capital que minó a la Unión Soviética?
· ¿Cómo vive la población civil en las zonas contaminadas?
· ¿Qué les ocurre a los animales y a las plantas en el universo postindustrial abandonado por el hombre?
¡Bienvenidos al universo de Chernóbil!


En busca de la potencia
"El comunismo es el poder soviético más la electrificación de todo el país", proclamó Lenin en 1920. Más allá de las necesidades reales de la industria, se trataba de llevar, simbólicamente, la luz al pueblo. En unas décadas, gracias a la construcción de centrales térmicas e hidroeléctricas, la URSS se convirtió en la segunda potencia mundial en materia de producción de electricidad, detrás de los Estados Unidos. La construcción de centrales nucleares a partir de 1954 debe interpretarse en este contexto de búsqueda de la omnipotencia energética, prueba de la omnipotencia a secas. Derivadas del complejo militar industrial, no eran ni rentables, ni indispensables desde un punto de vista práctico: la URSS disponía de suficientes reservas naturales de hidrocarburos, por no hablar de su excepcional red fluvial, para asegurar sus necesidades energéticas durante al menos un siglo.


Reactor nuclear
El reactor nuclear es la estructura donde se produce, de forma controlada y autosostenible, la reacción en cadena de división de los núcleos de algunos elementos pesados bajo la acción de neutrones. En la parte central del reactor, donde se encuentra el combustible nuclear, se produce la reacción en cadena y se obtiene la energía, resultante de la división, y se denomina zona activa. El uranio enriquecido (combustible nuclear) se encuentra dentro de unos tubos de acero inoxidable o de zirconio. La zona activa también contiene un moderador o un elemento que tiene la función de disminuir la energía cinética de los neutrones. Para la refrigeración del reactor y la desviación de la energía térmica se utiliza un portador de calor que circula a través de la zona activa.

Un reactor del tipo RBMK (reactor de canales de alta potencia), inventado en la URSS, funciona con neutrones de calor, utiliza grafito como moderador y agua común como portadora de calor. Reactores nucleares de este tipo, que han sido utilizados en la central nuclear de Chernóbil, continúan utilizándose en las centrales nucleares Leningrad, Kursk y Smolensk, en Rusia, y en la central Ignalinskaya, en Lituania. Se diferencian por la simplicidad de su construcción, pero en condiciones determinadas pueden volverse inestables.


El accidente
Durante la noche del 25 al 26 de abril de 1986, el personal de la central de Chernóbil se disponía a detener el reactor, para realizar labores de mantenimiento. Pero antes de proceder a la parada, se realizó un experimento productivista. Éste se desarrolló con normalidad y después, a la 1 h 23 min 4 s, el reactor "se embaló" de repente. Su potencia se disparó. 34 segundos después, el operador jefe, Akimov, intentó detener el reactor. Pero una aceleración enloquecida siguió su curso. En un intervalo de pocos segundos, dos enormes explosiones sacudieron el reactor y la sala de máquinas. ¿Qué ocurrió? ¿Fallos del personal? ¿Cálculos erróneos para el experimento? ¿Inestabilidad del reactor RBMK? ¿Cortocircuito en la sala de máquinas? Habida cuenta de que la catástrofe es un acontecimiento único y que no se puede reproducir, nunca se sabrá con certeza las razones de la mayor catástrofe industrial del mundo moderno.


Los liquidadores
"Liquidar las consecuencias del accidente nuclear", ésa fue la consigna de la dirección soviética. Para realizar esta tarea, se movilizaron, desde los primeros días, unidades del ejército y especialistas de 30 ministerios. Las personas que participaron en las múltiples tareas de liquidación se denominaban liquidadores. En los primeros siete meses cruciales, de mayo a noviembre de 1986, fueron más de 500.000 civiles y al menos 200.000 militares. Su edad media era 33 años, se descartó a los más jóvenes que todavía no tenían hijos. Pilotos, conductores, mineros, obreros de la construcción, electricistas, químicos, médicos, ingenieros, trabajaron en campos con una fuerte radiación, arriesgando sus vidas, para salvar a Europa de la peor catástrofe y construir la guarida para la bestia nuclear: el sarcófago.


El sarcófago
La construcción del sarcófago se desarrolló desde la periferia hacia el centro; los muros que se habían conservado del edificio del reactor que explotó servían de cimientos para el futuro monolito, del tamaño de un edificio de 20 plantas. Una vez lista la carcasa, se la recubrió con muros (algunos con un grosor de hasta 18 metros) y se instaló por encima un bastidor metálico de 165 toneladas, en el que se alinearon viguetas metálicas con una longitud de 28 y 34 metros, destinadas a servir como soporte al techo. Todo este trabajo de alta precisión se realizaba principalmente a distancia, utilizando grúas alemanas. Una de las operaciones más importantes fue la limpieza de las cubiertas del tercer bloque sobre el que habían caído toneladas de combustible y de grafito dispersadas por el reactor que explotó. En total, para la construcción del sarcófago fueron necesarios 300.000 m 3 de hormigón y 6.000 toneladas de piezas metálicas.


Evacuación
La evacuación debida a niveles de radiación demasiado peligrosos se inició al día siguiente del accidente. Se evacuó primero la ciudad de Pripiat, y después, en la primavera y el verano de 1986, otras 187 localidades en las tres repúblicas soviéticas afectadas, Ucrania, Bielorrusia, Rusia (un total de 116.000 personas). Las evacuaciones siguieron durante los años siguientes. En 1987-1990, 135.000 personas fueron realojadas y en 1991-1992, unas 100.000. Aproximadamente 600 pueblos se convirtieron en lugares inhabitables, algunos fueron totalmente arrasados y enterrados, otros fueron simplemente abandonados, cubiertos de vegetación y maleza. Se definieron distintas zonas: la zona prohibida (unos 2.500 km² alrededor de la central), las zonas de evacuación obligatoria (a partir de 15 Ci/km² de cesio-137 en los suelos), las zonas de realojamiento voluntario (entre 5 y 15 Ci/km²) y las zonas bajo control radiológico (entre 1 y 5 Ci/km²).


Pripiat, ciudad abandonada
El 27 de abril de 1986, los altavoces de la ciudad de Pripiat anunciaron una evacuación debido a una "situación radiológica desfavorable". Como la situación no debía prolongarse más de dos o tres días, se propuso a los habitantes que se llevaran una cesta de picnic, productos de higiene y ropa para cambiarse y que dejaran fuera a sus animales de compañía. Nadie imaginó entonces que esa marcha sería definitiva. Los científicos pensaban que la radiactividad se reduciría cuando se hubiera cubierto el reactor con arena. Todos los animales, como ocurriría después en las demás localidades evacuadas, fueron sacrificados por equipos de tiradores.

La ciudad de Pripiat no estará habitada nunca más: está contaminada, entre otras sustancias, con plutonio-239 cuyo período de actividad es de 24.110 años. Dentro de 24.000 años, seguirá habiendo la mitad de la cantidad actual de plutonio-239.


La chatarra radioactiva

Miles de helicópteros, blindados, camiones y todo tipo de vehículos motorizados participaron en la gigantesca obra de la "batalla de Chernóbil". Los lavaban todos los días con líquido descontaminante, pero aun así se convertían rápidamente, a su vez, en fuentes de radiaciones ionizantes. La zona prohibida alrededor de la central contiene en la actualidad 800 emplazamientos de almacenamiento de residuos nucleares, incluido un espectacular cementerio a cielo raso de vehículos contaminados. Un arma sofisticada de la guerra fría, el radar de detección precoz de lanzamientos de misiles intercontinentales situado cerca de la central, se convirtió también en chatarra: su sistema electrónico dejó de funcionar el día del accidente, perturbado por las radiaciones.


Una reserva natural radioecológica
Éste es el nombre que las autoridades bielorrusas han dado a la zona prohibida. El abandono de regiones enteras por el hombre ha trastocado el equilibrio natural. Los suelos fértiles se han convertido en terrenos pantanosos, los incendios que liberan en cada ocasión radionucleidos en la atmósfera son frecuentes. Algunas especies han desaparecido, otras se han multiplicado de forma desproporcionada, como los lobos y los zorros, los jabalíes y los alces, e incluso los caballos salvajes denominados de Prjevalski importados de Crimea se adaptan bien. Debido a mutaciones de virus facilitadas por la radiación, la zona es una fuente de nuevos virus, muy agresivos y resistentes. Y sin embargo, algunos centenares de ancianos que se han negado a irse siguen viviendo ahí, volviendo a la autarquía. Para algunos, más vale morir que abandonar las tierras de los antepasados.


Consecuencias humanas y sanitarias
Como los datos médicos sobre la salud de los liquidadores y de la población civil en los territorios contaminados fueron falsificados, desde el principio, por las autoridades soviéticas, como los registros de liquidadores, incompletos, sólo se crearon a partir de 1991, nunca se conocerá toda la verdad sobre el número de muertos, de incapacitados, de enfermos como consecuencia de Chernóbil. En un comunicado de abril de 2005, la embajada de Ucrania en París certificaba que: un 94,2% de los "liquidadores", un 89,85% de las personas evacuadas de los territorios contaminados, un 84,7% de las personas que siguen viviendo en los territorios afectados por las radiaciones están enfermos en la actualidad. Sólo en el caso de los liquidadores, investigadores independientes cuentan como mínimo 20.000 muertos y 200.000 incapacitados.


Dos científicos contestatarios
En 1986, el académico bielorruso Vasili Nesterenko dirigía un proyecto militar puntero. La catástrofe de Chernóbil dio un vuelco a la vida de este prestigioso físico nuclear: abandonó sus funciones oficiales para dedicarse a la protección de la población civil, sobre todo de los niños de las zonas contaminadas. Fue el primero en apoyar a Yuri Bandazhevsky, rector del Instituto de Medicina de Gomel (Bielorrusia), quien descubrió un vínculo entre la absorción por los seres humanos de cesio-137 en dosis reducidas, a través de la cadena alimentaria, y varias patologías sanitarias en las poblaciones de las zonas contaminadas. Incómodo para las autoridades bielorrusas, este descubrimiento llevó a Bandazhevsky a un procedimiento judicial bajo un falso pretexto y a más de cuatro años de cárcel e internamiento en campos. Reconocido como prisionero de conciencia por Amnistía Internacional, fue liberado en agosto de 2005, pero sigue sin tener derecho a ejercer su profesión.


Un segundo accidente evitado in extremis
Una nueva explosión de gran violencia se produjo cinco años después, durante la noche del 11 al 12 de octubre de 1991, en el segundo bloque de la central de Chernóbil. Según un prestigioso especialista ruso, Leonid Urutskoyev, fue provocada por un cortocircuito en la sala de máquinas. Pero en esta ocasión, según afirma el físico, el personal, mejor preparado, reaccionó rápidamente: el segundo reactor fue detenido antes de que se produjera una explosión en su interior. Nunca más volvió a ponerse en servicio: frente a lo que se presentaba como una oscura amenaza, se tomó, al más alto nivel, la decisión de cerrar gradualmente la central de Chernóbil.


Reacción antinuclear

En una sociedad que había olvidado, desde hacía generaciones, lo que significaba la libertad de expresión, de asociación, de culto, o el derecho de huelga, el drama de Chernóbil sacudió el imaginario popular y generó movimientos ecologistas masivos, con protestas cada vez más violentas. El resentimiento fue especialmente fuerte en Ucrania y contribuyó en gran medida a la formación de la protesta nacional, una de las principales fuerzas que hicieron estallar a la URSS. En cambio, tras la caída del Imperio soviético, los antiguos liquidadores se encontraron dispersados por toda la extensión de un inmenso país que se trasformó, en un abrir y cerrar de ojos, en un mosaico de Estados independientes donde tuvieron que luchar para que se reconociera su pasado.


Lo que les ocurre a las plantas y a los animales

Tras la catástrofe, primero se observaron fenómenos de morfogénesis en plantas y animales irradiados, como el gigantismo o el enanismo. Posteriormente, se observó que pequeñas dosis de radiación, absorbidas a través de la cadena alimentaria, además de dañar directamente moléculas genéticas, pueden provocar la inestabilidad genética. Se produjo un aumento significativo de abortos y de nacimientos de animales con malformaciones graves. Así, en las carpas que se alimentan en los estanques contaminados con cesio-137, sólo un 30% de las huevas llega a término y se desarrolla, y un 70% de los alevines presentan malformaciones macroscópicas: escamas más pequeñas, deformación de las aletas, ausencia de ojos o incluso de la boca.


La central, hoy

Contrariamente a lo que podíamos imaginar, el emplazamiento de la central es un hervidero de gente. Los reactores no funcionan, pero requieren mantenimiento; una empresa se ocupa de la descontaminación de residuos de metal, otra realiza medidas de protección de la capa freática; algunos científicos siguen estudiando el comportamiento del reactor que explotó bajo el sarcófago y realizan diferentes experimentos en la zona; expertos forestales controlan el estado de los bosques para evitar incendios, y hay bomberos en estado de alerta, agentes de seguridad que protegen las inmediaciones de la zona prohibida. La antigua ciudad de Chernóbil sirve como dormitorio a todos ellos, que duermen en el emplazamiento durante la semana y se unen a sus familias durante el fin de semana.


La Atlántida ucraniana

Así es como los amantes de la región de Polesia, una de las más antiguas regiones eslavas, denominan a las tierras ucranianas evacuadas. Porque, con el realojamiento de una población rural arcaica, desaparecen sus costumbres, sus herramientas y sus objetos de culto y de la vida cotidiana. Para salvarlos, un equipo de abnegados etnógrafos desafía el peligro radiactivo y recorre, desde 1992, centenares de pueblos abandonados. De momento, han recogido aproximadamente 10.000 objetos que se apilan en tres almacenes (incluido el cine de Chernóbil), pero pronto estos restos de una vida desaparecida se expondrán en un museo. Este proyecto está auspiciado por el Ministerio de Situaciones de Emergencia de Ucrania.


Los protocolos secretos del Politburó
El Politburó del Comité Central del Partido Comunista de la URSS era el órgano de poder más poderoso del gobierno soviético. El 29 de abril de 1986, el secretario general del PCUS Mijail Gorbachov ordenó la creación de un Grupo Operativo en el seno del Politburó para supervisar todo lo relativo a la catástrofe de Chernóbil. Hasta 1988, el grupo se reunía regularmente para gestionar la crisis. Los protocolos de estas reuniones eran secretos. En 1991, la periodista ucraniana Alla Yaroshinskaya consiguió una copia de los mismos. Estos protocolos muestran que las autoridades de la URSS estaban más preocupadas por volver a poner en marcha la central siniestrada que por la salud de la población afectada por la catástrofe.

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