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Exposición

Francesc Tosquelles

Como una máquina de coser en un campo de trigo

La exposición propone un recorrido por las prácticas de vanguardia que el psiquiatra Francesc Tosquelles llevó a cabo en el campo terapéutico, político y cultural. Tosquelles transformó las Instituciones psiquiátricas durante la República y bajo la Europa de los fascismos. Hoy es una inspiración para pensar las políticas de salud mental en momentos de crisis extrema.

«Francesc Tosquelles. Como una máquina de coser en un campo de trigo» pone en valor la figura, la obra y el entorno político y artístico de un psiquiatra que revolucionó las prácticas médicas de su tiempo y que transmitió un legado cultural innovador y sorprendente, desconocido por la mayoría. Francesc Tosquelles se propuso abordar la raíz social de la enfermedad mental y transformar la institución psiquiátrica.

Francesc Tosquelles (Reus, 1912 – Granges-sur-Lot, 1994) se formó en la experiencia política y cultural de la Mancomunidad de Cataluña y la República. Después de luchar en el Frente de Aragón y en Extremadura durante la Guerra Civil, tuvo que exiliarse en Francia en el año 1939. Desde el campo de concentración de Septfonds y, sobretodo, en el hospital psiquiátrico de Saint-Alban (Francia), Tosquelles revolucionó el funcionamiento del centro psiquiátrico con una práctica que vinculaba la política, la experimentación clínica y la cultura.  

El sanatorio de Saint-Alban se convirtió en un refugio para artistas de vanguardia que convivían con los internos, campesinos, monjas, médicos y enfermeras. Tosquelles abrió el hospital psiquiátrico a multitud de prácticas artísticas, fomentando así el vínculo social de los enfermos y humanizando la vida de miles de pacientes. Fue pionero en introducir en las instituciones tareas de autogestión, comisiones y clubs de enfermos; formación para los cuidadores; experimentos con el teatro, el cine y la escritura; creación de periódicos murales y diarios internos; introducción de imprentas o talleres de ergoterapia.

La exposición invita a hacer un itinerario cronológico por la vida y la obra de Tosquelles. El testimonio oral del médico de Reus acompaña al visitante mientras habla de los temas que le interesaron: los campesinos, Stalin, el miedo que los locos suscitan en los psiquiatras y tantos otros. La muestra presenta una extensa selección de películas, materiales históricos y documentales inéditos, obras de vanguardia surrealista y objetos producidos por enfermos del hospital de Saint-Alban, procedentes de la Colección de Art Brut de Lausana y de otras colecciones particulares.

Paul Éluard, Gérard Vulliamy, Tristan Tzara, Joan Miró, Antonin Artaud, Henri Michaux, Brassaï o Léon Schwarz-Abrys son algunos de los artistas con presencia en la exposición, que también cuenta con obras contemporáneas y de nueva creación, como una película de Mireia Sallarès e instalaciones interactivas y piezas de Alejandra Riera, Roger Bernat, Angela Melitopoulos, Maurizio Lazzarato y Perejaume.

El proyecto es fruto de un proceso de investigación desarrollado por el crítico de arte, docente e investigador Carles Guerra y de la investigación liderada por la crítica literaria y profesora de la Universidad de Barcelona Joana Masó, que ha sido financiada por la Fundación Privada Mir-Puig y ha dado lugar a la publicación del volumen Tosquelles. Curar les institucions (Arcadia), reconocido con el Premio Ciutat de Barcelona de Ensayo, Humanidades e Historia 2021.

La exposición se presenta en versiones adaptadas en Les Abattoirs. Musée FRAC Occitanie, Toulouse (hasta el 6 de marzo de 2022); en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, Barcelona (8 de abril – 28 de agosto de 2022); en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid (27 de septiembre de 2022 - finales de marzo de 2023); y en el American Folk Art Museum, Nueva York (abril – octubre de 2023).

Comisariado: Joana Masó, Carles Guerra

Dentro de la exposición

Glosario Tosquelles

Ámbitos de la exposición

Los lugares de Tosquelles

Al investigar un itinerario como el de Tosquelles, aparecen materiales heterogéneos: textos escritos por el propio autor, ensayos sobre psiquiatría, obras de arte producidas dentro y fuera de las instituciones psiquiátricas, testimonios orales, así como imágenes documentales de carácter fotográfico y fílmico. En los años cincuenta, Tosquelles hace un uso pionero tanto del cine como de la cámara de ocho milímetros dentro del hospital psiquiátrico a fin de conservar la memoria de sus transformaciones. En ocasiones su esposa, Elena Tosquelles, y otros cuidadores también empuñaron la cámara. A menudo estos materiales se proyectan en sesiones con los internos.

Curar las instituciones: política y psicoanálisis

Con la proclamación de la República en 1931, la llegada a Barcelona de psiquiatras y psicoanalistas de la Europa central que huían del antisemitismo hizo que la ciudad se conociera como «la pequeña Viena». Francesc Tosquelles se sirvió del psicoanálisis y el marxismo para transformar los manicomios herederos de la psiquiatría del siglo xix.

Para poder curar a los pacientes, Tosquelles consideraba que había que tratar al hospital entero como un cuerpo enfermo y cambiar su inconsciente autoritario y concentracionario, atrapado en inercias burocráticas y en el inmovilismo. Así, Tosquelles trabajó con los viejos establecimientos para poder convertirlos en verdaderas instituciones en movimiento; de hecho, creía que la función del estado era impedir que existieran las instituciones. El antiautoritarismo también impregna la relación de Tosquelles con la política a lo largo de su militancia anarcosindicalista y en partidos comunistas minoritarios que ya a finales de los años 1920 eran profundamente críticos con el estalinismo y que fueron combatidos por el comunismo oficial.

Una psiquiatría situada

A lo largo de los años, Tosquelles vivió en instituciones psiquiátricas a la vez abiertas y arraigadas en los distintos lugares donde trabajó: el manicomio privado de la alta burguesía en Reus, los hospitales de campaña en casas expropiadas durante la guerra en Aragón y Extremadura, un servicio psiquiátrico improvisado desde la precariedad en el campo de exiliados republicanos de Septfonds y el hospital rural en una de las zonas más empobrecidas de Francia. En todos estos lugares, Tosquelles continuó los proyectos de salud mental pública iniciados por la Mancomunidad y la República, que habían organizado los cuidados terapéuticos en estrecha relación con los municipios, con el campo y el trabajo socializante y remunerado.

Inspirada en un pragmatismo radical, la práctica transformadora de Tosquelles implicaba atender no solo a los enfermos sino a la propia comunidad médica, a psiquiatras, enfermeros, cuidadores y monjas, e involucrar en el proceso de la cura a equipos no profesionales que formaban parte de la sociedad civil. Así pues, Tosquelles colaboró con músicos, escritores, trabajadoras sexuales, pintores, etc., para hacer posible una relación más colectiva y menos especializada mediante un tratamiento de la enfermedad que no se limitara a la figura del psiquiatra y al miedo histórico hacia la locura.

Saint-Alban, la revolución filmada

La gran transformación que se vivió en el Hospital de Saint-Alban entre los años 1940 y 1962 –el período en que Tosquelles trabajó en él– se ha convertido en un modelo para explicar las bases de la psicoterapia institucional. Uno de los rasgos distintivos del período Tosquelles fue la coincidencia en un mismo lugar de las innovaciones clínicas, la producción cultural de vanguardia y la actividad política antifascista para articular lo que se conoce como ensemble thérapeutique, una situación en que las relaciones entre todos –y entre todo– sustituyen los mecanismos de contención que tradicionalmente ejercían los muros del asilo.

Representaciones de la locura: del asilo al museo

Durante la primera mitad del siglo xx, los trabajos de los pacientes internos en hospitales psiquiátricos recibieron una atención insólita, hasta el punto de ser considerados material de estudio, prueba diagnóstica e ítem de colección. En Albi, el doctor Benjamin Pailhas es uno de los primeros en interesarse por estos trabajos. Poco después, el doctor Maxime Dubuisson –que dirigió el hospital de Saint-Alban entre 1915 y 1918– compiló álbumes con los dibujos de Auguste Forestier, que pronto se convirtió en un icono del art brut, un término acuñado por el artista Jean Dubuffet en los años 1940 para referirse a «un arte no afectado por la cultura».

Mientras que en el seno del hospital estos objetos formaban parte de un proceso de cura o bien de una economía de intercambio, una vez fuera se entendieron como artefactos para hacer una crítica de la cultura. Ahora estos objetos se conservan en museos monográficos de lo que se conoce como art brut, segregados de otras formas de arte y de los contextos en los que surgieron, y se impone la necesidad de un debate urgente sobre qué formas de restitución reclama este legado.

El delirio del fin del mundo

A partir de los años treinta y hasta fines de los cuarenta, la idea del fin del mundo estuvo muy presente en el campo de la cultura y en las vivencias de unas generaciones marcadas por el belicismo creciente que impregna la época. Hoy en día percibimos los gritos desgarradores del poeta y actor Antonin Artaud filmados por Eugène Deslaw o las obras de carácter brueghelesco y surrealista de Gérard Vulliamy como una premonición de la catástrofe que se avecinaba, en una amenaza confirmada por el bombardeo de Guernica durante la Guerra Civil española y el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Mientras Francesc Tosquelles y Jean Oury trabajaban juntos en Saint-Alban, la percepción del delirio del fin del mundo tomaba cuerpo en los enfermos, en una experiencia a la vez real y propia de una psicosis. Incidiendo en este diagnóstico, el psiquiatra Jean Oury recurrió a esta expresión, «el delirio del fin del mundo», para referirse a los trabajos de pacientes como Benjamin Arneval y Aimable Jayet. Por su parte, Tosquelles defiende en 1948 en la Facultad de Medicina de París una tesis sobre la escritura del delirio tal como lo transmitió el poeta francés Gérard de Nerval. En su tesis, Tosquelles entrelaza el sufrimiento de los psicóticos y los esquizofrénicos con el miedo de los que llama «los hombres normales».

Pies, cine y vida en colectivo

Alrededor de 1947, Tosquelles formuló una idea a la que se remitiría el resto de su vida, que proponía desplazar la experiencia cognitiva, a menudo localizada en el órgano del cerebro, hasta situarla en los pies: «Cuando nos paseamos por el mundo –decía–, lo que cuenta no es la cabeza, son los pies. Saber dónde pisas». Entonces, a pesar de la escasa referencia al «método hipocrítico», tal como Tosquelles etiqueta esta propuesta, nos dice que el exilio se inscribe en los pies, porque son los que cruzan las fronteras. Tampoco duda en poner el ejemplo de las madres, que «lo primero que hacen es cosquillear los pies de los bebés».

Cuando, a mediados de los años 1950, Tosquelles centró su trabajo en el tratamiento de niños autistas –tal como hizo en la asociación Le Clos du Nid–, no muy lejos de allí, en las Cevennes, el pedagogo Fernand Deligny ya había puesto en práctica experiencias comunitarias que también vinculaban el cine no profesional, la crítica de la institución y lo que Tosquelles llamó el «derecho a la deambulación». Con sus colaboradores, Deligny reprodujo los dibujos que trazaban los pacientes en sus desplazamientos y movimientos en el espacio, para explorar otra relación con la cura y la posibilidad de crear nuevos entornos de vida.

Frantz Fanon y Francesc Tosquelles: del antifascismo a la descolonización

El psiquiatra y escritor antillano Frantz Fanon, pensador del colonialismo, trabajó con Tosquelles como médico residente en Saint-Alban entre abril de 1952 y agosto de 1953. A su llegada, Fanon acababa de publicar el libro Piel negra, máscaras blancas, que regaló a Tosquelles. Fanon y Tosquelles compartieron durante dieciséis meses la experiencia de la psicoterapia institucional, a través de un conjunto de prácticas que entrelazaban la socioterapia y la terapia ocupacional desplegada en los talleres y en el club de los internos: en el teatro, en la imprenta, en las asambleas de redacción del diario interior del hospital, etc.

A partir de 1953 Fanon trabajó en el hospital argelino de Blida-Joinville, donde desarrolló los aprendizajes de Saint-Alban a la vez que se comprometía con el Frente de Liberación Nacional, decisivo en la guerra de independencia de Argelia (1954-1962). Con los enfermos musulmanes, Fanon entendió sobre todo que la herencia de la psicoterapia que había aprendido con Tosquelles solo podría servir a Argelia en la medida en que transformara sus propios referentes culturales, sin imponer un modelo europeo. Así, impulsó el café moro y las veladas de narradores arraigadas en la cultura local.

Volver a Cataluña: transmitir Tosquelles

A pesar de la plena dedicación profesional que mantenía en Francia, a fines de los años sesenta Tosquelles volvió a Cataluña para dar continuidad desde el Institut Pere Mata, durante los últimos años de la dictadura y el primer posfranquismo, a muchas de las iniciativas que había ensayado en Saint-Alban, a través de las jornadas anuales de interés psiquiátrico, los grupos de trabajo y los «grupos de los casetes», o el club de enfermos.

Su regreso coincidió con una abundante producción crítica y política sobre psiquiatría y psicoanálisis, a raíz del Mayo del 68 francés, y con la irrupción de la antipsiquiatría, que promovía procesos de desinstitucionalización de los manicomios. Por aquel entonces, a la vez, la industria farmacéutica preparaba la llegada de los psicofármacos, que, para Tosquelles, destruyeron su trabajo sobre la institución. Tosquelles murió en Granges-sur-Lot el 25 de septiembre de 1994. Su muerte coincidió con la desaparición de la psiquiatría como disciplina independiente y su integración como rama de la medicina. Con todo ello, en Cataluña y en España el legado de Tosquelles quedó sin transmisión.

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