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Kosmopolis 2004

Exposición

Julio Cortázar

Viajes, imágenes y otros territorios

La muestra se ha concebido como una exploración del archivo Cortázar y, al mismo tiempo, como un artefacto o dispositivo que permita actualizar la vocación transgresora de la obra cortazariana, su gusto por la irrupción de lo fantástico en el mundo cotidiano y su juego con los diferentes géneros.

El objetivo de esta exposición es adentrarse en el universo personal y literario de Julio Cortázar a través de sus viajes, sus cartas y sus incursiones en la fotografía, disciplina a la que el autor de Rayuela otorgaba una especial importancia, comparándola con el cuento y la novela.

La exposición incluye: la serie de fotografías de Prosa del Observatorio ; fotos y documentos de otros viajes: Cuba, Ceilán, Nicaragua, norte de Argentina, Estados Unidos, Polonia, Barcelona, etc.; la serie de Muñeca Rota y Los autonautas de la cosmopista, y una selección de los mejores retratos, realizados por Antonio Gálvez, así como cartas a escritores, amigos y editores.

Comisariado: Juan Insua, Rocío Santa Cruz

Esta actividad forma parte de Kosmopolis 2004, Kosmopolis

Viajes. Julio Cortázar fue desde muy joven y durante toda su vida un viajero agradecido. Su trabajo como traductor para diferentes organismos oficiales le permitió realizar numerosos viajes por Europa y América. Posteriormente, el reconocimiento internacional de su obra y su condición de escritor célebre multiplicaron las oportunidades de seguir cultivando esta pulsión trashumante. Cortázar era capaz de escribir casi en cualquier lado, tanto en los despachos en los que realizaba las traducciones como en las habitaciones de los hoteles en que se alojaba. Desde Los premios (1960), su primera novela, hasta Los autonautas de la cosmopista (1983), publicada un año antes de su muerte, una parte considerable de su obra literaria, así como sus cartas, tratan el tema del viaje o se escriben en lugares de tránsito.

Cartas. Julio Cortázar fue un devoto del género epistolar, entendido en el sentido más entrañable y antiliterario, dejando «en cada página, en cada línea, mucho de sí mismo». La mayoría de sus cartas a familiares, amigos, colegas y editores se escribieron con la pequeña máquina portátil que le acompañaba en sus frecuentes viajes. Su correspondencia, reunida en tres volúmenes –de 1937 a 1984–, traza con precisión el autorretrato del escritor y permite acercarse de forma intimista a su universo literario y a los ideales, las preocupaciones y los enfrentamientos de un ciudadano del mundo, comprometido con las transformaciones políticas y sociales de su tiempo.

Prosa del Observatorio. En 1968, Julio Cortázar y su primera mujer, Aurora Bernárdez, realizan su segundo viaje a la India. Durante su estancia se alojan en la residencia oficial de Octavio Paz, que en aquellos momentos era embajador de México. En la visita que realizan a Jaipur descubren el observatorio astronómico que el sultán Jai Singh mandó construir en el siglo xviii . Cortázar fotografía esta fascinante arquitectura de mármol con una película en blanco y negro de 36 exposiciones. A su regreso a París, confía el carrete a su amigo el fotógrafo español Antonio Gálvez, quien lo revela manualmente, retocando una por una las pruebas sobre papel cuando la calidad de la impresión no permite visualizar adecuadamente su contenido. En 1972, bajo el título de Prosa del Observatorio, se publican las 36 fotografías, acompañadas por uno de los textos poéticos más bellos e intensos del escritor argentino.

Autonautas de la cosmopista. El 23 de mayo de 1982, Julio Cortázar y Carol Dunlop, su última esposa, inician una singular travesía de treinta y tres días por la autopista que une París y Marsella. Las bases de la «expedición», establecidas en 1978, incluían realizar todo el trayecto sin salir de la autopista, explorar cada uno de los lugares de parada, efectuando «estudios científicos», y escribir un libro inspirándose en los relatos de viajes de los grandes exploradores del pasado. La aventura contó con la ayuda moral y logística de numerosos amigos y con la inestimable colaboración de un Volkswagen rojo, convertido en casa rodante y bautizado como Fafner –el dragón mítico de los nibelungos– en honor a «las obstinadas predilecciones wagnerianas» de Cortázar. El resultado de todo ello fue Los autonautas de la cosmopista , un libro de viajes atípico, repleto de humor, amor y poesía, con consideraciones zoológicas, botánicas y ecológicas, reflexiones acerca de la soledad y la inocencia, con mapas que nunca coinciden con el territorio, y una «alteración paulatina de la noción usual de autopista» que permite llegar a descubrir «la ciudad más internacional del mundo», la más efímera y cambiante.

Boxeo. El combate que el estadounidense Jack Dempsey y el argentino Miguel Ángel Firpo disputaron en 1923 por el título mundial de los pesos pesados constituye un hito sentimental en la infancia de Cortázar y el inicio de su pasión por el «noble arte» del boxeo. Firpo envió a Dempsey fuera del ring en el primer round , pero, ayudado por el público y la impunidad del árbitro, el campeón estadounidense conservó la corona dejando a Firpo fuera de combate en el segundo asalto. A Cortázar siempre le fascinaron los aspectos estéticos y literarios del boxeo. Le interesaba «el enfrentamiento de dos técnicas, de dos estilos, la habilidad de vencer, a pesar de ser a veces más débil». La recreación de este mundo aparece en relatos como Torito, basado en la vida del boxeador Justo Suárez, Segundo Viaje o La noche de Mantequilla, que tienen como trasfondo el combate disputado por Carlos Monzón y Mantequilla Nápoles en París en el mes de febrero de 1974.

El compromiso
Julio Cortázar definía una primera parte de su vida como “acentuadamente indiferente a las coyunturas políticas y a la situación política en general”. En su primera visita a Cuba, realizada en 1961, dos años después del triunfo de la Revolución, y posteriormente, durante una visita a Nicaragua a finales de los años setenta, en pleno levantamiento sandinista, Cortázar toma conciencia de su “inutilidad política” y se compromete con un pueblo que lucha por su liberación.

A partir de entonces, los temas ideológicos empiezan a introducirse en su literatura. Sin abandonar su universo literario ni la libertad para escribir sobre otras cuestiones, intentará “lograr el difícil equilibrio entre un contenido de tipo ideológico y un contenido literario”. Este compromiso, que le reportó numerosas críticas, incluso desde la propia izquierda, que Cortázar no duda en cuestionar, se inicia con la publicación de Reunión , cuyo personaje principal es el Che Guevara, y culmina con la publicación de El libro de Manuel.

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