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Exposición

J. G. Ballard. Autopsia del nuevo milenio

Esta exposición quiere ser un recorrido a través del universo creativo de Ballard: sus tiempos y obsesiones, su disección de las claves secretas de la contemporaneidad, las huellas de su trayectoria vital en su obra de ficción, sus referentes artísticos y literarios, y sus intuiciones precisas y desencantadas de una vida futura regida por los conceptos de la antiutopía aséptica y la catástrofe.

Escritor auténticamente visionario, J.G. Ballard construyó una obra puntuada por temas recurrentes y símbolos obsesivos, capaz de trascender sus códigos genéricos para descifrar el presente y proponer visiones del futuro plausibles.

Capaz de descifrar las claves de un presente visionario, J.G. Ballard contempló un futuro de piscinas vacías, moteles abandonados, hermosas catástrofes, perversiones insospechadas y arquitecturas asépticas, que, en buena medida, ya es nuestro presente. En sus manos, el porvenir de la humanidad adquirió la forma de un cuerpo muerto, del que no dejó de analizar obsesivamente traumatismos y patologías. En su día dijo que el único futuro que le interesaba eran los próximos cinco minutos. Nuestros relojes indican que esos cinco minutos ya han pasado.

La obra de Ballard es aún un discurso abierto que puede deparar muchas revelaciones a sus lectores, y al mismo tiempo sigue abierta su capacidad de iluminar el curso de nuestro futuro. Autor de enorme influencia en posteriores generaciones de creadores de todas las disciplinas -del cine fantástico a la música industrial-, Ballard fue autor, entre muchas otras, de las obras El imperio del sol y Cash, que fueron llevadas al cine por Spielberg y por David Cronenberg, respectivamente.

Para introducir al visitante en el universo ballardiano la exposición recorre a soportes muy diversos: instalaciones escenográficas, instalaciones audiovisuales, la biblioteca completa de Ballard, obras de artistas ballardianos y documentación varia.

La muestra JG Ballard. Autopsia del nuevo milenio coincide en el tiempo con la nueva edición de la Fiesta Internacional de la Literatura Kosmopolis 08. Es por esta razón que el festival la incorpora en su programa y dedica un monográfico a Ballard.

 

Comisariado: Jordi Costa

CREDO

La revista francesa Science Fiction, editada por Daniel Riche, encargó a J. G. Ballard un texto en el que se resumiera su credo personal y artístico. El resultado, publicado en el número de enero de 1984 de la publicación, fue "What I Believe", toda una poética ballardiana que sintetiza las obsesiones del autor y la capacidad de su escritura para descifrar las claves secretas del mundo contemporáneo, así como su inquietante lógica evolutiva. La versión canónica del texto en lengua inglesa apareció en el número 8 de la revista británica Interzone, correspondiente al verano de 1984. Estos son algunos extractos de su credo:

"Creo en la imposibilidad de la existencia, en el humor de las montañas, en la absurdidad del electromagnetismo, en la farsa de la geometría, en la crueldad de la aritmética y en el intento criminal de la lógica.

Creo en la no existencia del pasado, en la muerte del futuro y en las infinitas posibilidades del presente.

Creo en los olores corporales de la princesa Diana.

Creo en los próximos cinco minutos.

Creo en la ansiedad, la psicosis y la desesperación.

Creo en la muerte de las emociones y el triunfo de la imaginación.

Creo en Tokio, Benidorm, La Grande Motte, Wake Island, Eniwetok, Dealey Plaza."

J. G. Ballard


DE SHANGHAI A SHEPPERTON

A pesar de su carácter fantástico, la obra literaria de J. G. Ballard maneja un repertorio de imágenes y obsesiones estrechamente ligado a su trayectoria biográfica. Nacido en Shanghai de padres ingleses en 1930, fue internado junto a su familia en el campo de concentración de Lunghua entre 1942 y 1945. Esas tempranas experiencias marcarían su visión del mundo y encontrarían en su posterior obra literaria una particular forma de sublimación.

Hijo del químico y empresario textil James Ballard (1902-1967) y de Edna Ballard (1905-1999), J. G. Ballard nació en el Hospital General de Shanghai el 15 de noviembre de 1930 y vivió sus primeros años en el acomodado entorno de la colonia internacional situada al oeste de la ciudad. La invasión japonesa de 1937 y el estallido de la Segunda Guerra Mundial pusieron punto y final a la, hasta entonces, apacible vida de una comunidad británica que regía su cotidianidad bajo el signo de la nostalgia por la sociedad victoriana. Entre marzo de 1943 y agosto de 1945, la familia Ballard fue recluida en el campo de internamiento de Lunghua.

En sus obras semiautobiográficas, como El imperio del sol y La bondad de las mujeres, el escritor ha desvelado el origen de muchas de las obsesiones que recorren su obra: la bomba atómica sobre Nagasaki, su adaptación a la vida en un campo de concentración y las sucesivas muertes que han puntuado su trayectoria biográfica -víctimas de los bombardeos en calles de Shanghai, el soldado chino asesinado por japoneses en una estación de tren, el primer cadáver diseccionado en sus años de estudiante de medicina, el piloto turco presuntamente muerto durante sus años como piloto en una base canadiense, el prematuro fallecimiento de su esposa, la muerte de un amigo cercano...- tienen su correlato en algunas de las escenas más chocantes de su obra literaria.

La creación de su universo imaginario tiene como epicentro su lugar de residencia en Shepperton, completamente alejado de los cenáculos literarios y de la efervescente vida cultural londinense: un territorio que el escritor no considera como suburbio desangelado sino como espacio mágico cuya luz interior puede ser liberada a través de la imaginación, tal y como ilustra su novela Compañía de sueños ilimitada.


PAISAJES DEL SUEÑO

Los años de formación de J. G. Ballard estuvieron marcados por el intento de conciliar su incipiente vocación literaria con la articulación de una voz propia. Sus sucesivas tomas de contacto con el psicoanálisis y la pintura surrealista abrieron la puerta a la construcción de una identidad artística totalmente distintiva e irrepetible. A sus ojos, las exploraciones del subconsciente propuestas desde los ámbitos de la ciencia y el arte ofrecían la lectura más precisa del espíritu de la época y habían pronosticado algunos de los caminos más oscuros del siglo XX. En los paisajes oníricos y desolados del surrealismo, Ballard reconoció las imágenes de su propio mundo interior. Su escritura no sólo recrea muchas visiones del surrealismo, sino que reproduce algunas de sus estrategias estéticas -superposiciones, espejismos, falsas perspectivas, mutaciones- para desvelar la estructura profunda de lo real.


EL ESPACIO INTERIOR

Tras descubrir la ciencia ficción en calidad de lector durante sus años en Canadá como piloto de la RAF (1953-54), J. G. Ballard encontró en el género el marco idóneo para su creación literaria. Desde el comienzo, su irrupción en el medio supuso una ruptura tanto con la tradición como con las corrientes dominantes del momento. Frente al optimismo tecnológico y la seducción por la exploración del espacio exterior de sus contemporáneos, Ballard contrapuso la inmersión en el espacio interior.

Ballard teorizó su singular aportación al género de la ciencia ficción en un artículo publicado en el año 1962 en la revista New Worlds: "¿Por dónde se va al espacio interior?", que marcó un punto de inflexión en la evolución del género cuyas consecuencias no fueron apreciables hasta mucho tiempo después. Con su teoría del Espacio Interior, Ballard se distanciaba de la ciencia ficción precedente y de muchos de sus compañeros de generación, y esbozaba la futura dirección del género. Ballard conquistó un nuevo territorio para el género, subrayando el papel de la ciencia ficción como espejo del presente y como herramienta de autoindagación.


ZONA DE CATÁSTROFE

La idea de la catástrofe atraviesa la obra de Ballard de principio a fin, aunque tiene su expresión máxima en obras como El mundo sumergido o La sequía. El característico personaje ballardiano no actúa ante la catástrofe como el personaje de una película catastrofista de los setenta. Lejos de intentar restablecer el orden, el personaje ballardiano percibe el cataclismo como un foco de atracción y se muestra dispuesto a aceptar las reglas que esa nueva realidad le impone, aunque ello suponga renunciar a su propia identidad, a la cordura e, inevitablemente, a su supervivencia. En el proceso, el personaje ballardiano descubrirá algunas verdades ocultas sobre sí mismo. Lo que está en juego no es tanto la autodestrucción, sino la seducción del cambio y el tortuoso camino hacia la plenitud psicológica.

La idea procede de Joseph Conrad y, en manos de Ballard, se convierte en el fundamento de su particular concepción de la ciencia ficción: una literatura que debe hablarnos de radicales cambios mentales, de medulares transformaciones en la percepción... en suma, de la incesante evolución del espacio interior.


TECNOLOGÍA Y PORNOGRAFÍA

La trayectoria de J. G. Ballard entra en un febril estado de cambio a mediados de los años sesenta, tras el prematuro fallecimiento de su esposa, Mary Ballard, debido a una neumonía en Sant Joan (Alicante). Su tradicional interés por las vanguardias y la literatura experimental intoxica por completo su escritura, que estalla en una radical apuesta por la fragmentación, el lenguaje técnico y el gusto por lo abstracto. El relato Playa terminal (1964) abre un camino que los posteriores libros La exhibición de atrocidades (1969) y Crash (1973) llevarán al límite. El autor centra su mirada en una contemporaneidad marcada por la muerte del afecto y el relevo del paisaje físico por un paisaje mediático donde realidad y ficción se confunden. En clave más clásica, Rascacielos (1974), La isla de cemento (1975), Compañía de sueños ilimitada (1979) y Hola América (1981) seguirán desarrollando esa visión de un siglo XX esencialmente psicopatológico, en el que la imaginería pornográfica, el fetichismo tecnológico y las arquitecturas deshumanizadas confluyen en una cosmología traumática.


ASEPSIA Y NEOBARBARIE

Resulta significativo -y sumamente inquietante- que la literatura de J. G. Ballard haya pasado de la ciencia ficción al registro realista sin abandonar sus temas rectores. El último tramo en la obra narrativa de Ballard -inaugurado con la novela corta Furia feroz (1988) y, por el momento, cerrado con Kingdom Come (2006)- recorre las asépticas arquitecturas de las comunidades cerradas, las zonas residenciales, los parques tecnológicos, las ciudades de vacaciones y los centros comerciales para extender el diagnóstico terminal de una humanidad desconectada de sus instintos primarios. Según el escritor, sólo las inyecciones de violencia pueden romper el letargo y posibilitar una nueva utopía.

BIBLIOTECA BALLARD

En este punto la exposición muestra las primeras ediciones en inglés de los 42 libros escritos por Ballard y permite la consulta de las ediciones modernas publicadas en castellano.

The Wind from Nowhere. Berkeley, Nueva York, 1962
The Voices of Time. Berkeley, Nueva York, 1962
Billenium. Berkeley, Nueva York, 1962
The Drowned World. Gollancz, Londres, 1963
Passport to Eternity. Berkeley, Nueva York, 1963
The Terminal Beach. Victor Gollancz Ltd., 1964
The Burning World. Berkeley, Nueva York, 1964
The Drought. Jonathan Cape, Londres, 1965
The Four-Dimensional Nightmare. Victor Gollancz Ltd., Londres, 1963
The Cristal World. Jonathan Cape, Londres, 1966
The Impossible Man. Berkeley, Nueva York, 1966
The Voices of Time. Berkeley, Nueva York, 1966
The Terminal Beach. Penguin, Londres, 1966
The Disaster Area. Jonathan Cape, Londres, 1967
The Overloaded Man. Panther, Londres, 1967
The Atrocity Exhibition. Jonathan Cape, Londres, 1970
The Inner Landscape. Paperback Library, Nueva York, 1971
Chronopolis and other stories. Putnam, Nueva York, 1972
Love & Napalm: Export U.S.A. Grove Press, Nueva York, 1972
Vermilion Sands. Jonathan Cape, Londres, 1973
Crash. Jonathan Cape, Londres, 1973
Concrete Island. Farrar, Jonathan Cape, Londres, 1974
High-Rise. Jonathan Cape, Londres, 1975
Low-Flying Aircraft. Jonathan Cape, Londres, 1976
The Unlimited Dream Company. Jonathan Cape, Londres, 1979
Hello America. Jonathan Cape, Londres, 1981
News from the Sun. Interzone, Londres, 1982
Myths of the Near Future. Jonathan Cape, Londres, 1982
Empire of the Sun. Gollancz, Londres, 1984
The Day of Forever. Gollancz, Londres, 1986
The Day of Creation. Gollancz, Londres, 1987
Running Wild. Jonathan Cape, Londres, 1988
War Fever. Collins, Londres, 1990
The Kindness of Women. Farrar, Strauss & Giroux, Nueva York, 1991
Rushing to Paradise. Flamingo, Londres, 1996
Cocaine Nights. Flamingo, Londres, 1996
A User's Guide to the Millennium. Picador, Nueva York, 1996
Super-Cannes. Flamingo, Londres, 2000
JG Ballard. The Complete Short Stories. Flamingo, Londres, 2001
Millennium People. Flamingo, Londres, 2003
Kingdom Come. Fourth Estate, Londres, 2006
Miracles of Life. Shanghai to Shepperton. An Autobiography. Fourth Estate, Londres, 2008


ARTE BALLARDIANO

La obra de Ballard es, todavía, un discurso abierto que puede deparar muchas revelaciones a sus lectores.

Por una parte, Ballard funciona como un oráculo que no deja de dar la razón día tras día.

Por otra, el autor irradia una enorme influencia sobre los creadores de toda índole y disciplina (del cine fantástico a la música industrial).

J. G. Ballard forma parte del reducido grupo de creadores capaces de inspirar un adjetivo. El Collins English Dictionary define el adjetivo ballardiano como: "Referente a James Graham Ballard (J. G. Ballard; nacido en 1930), novelista británico, o a su obra. (2) Que se parece o sugiere las condiciones descritas en los relatos o novelas de Ballard, esp. la modernidad distópica, los desoladores paisajes creados por el hombre y los efectos psicológicos del desarrollo tecnológico, social o ambiental".

Desde los ámbitos más diferentes de la creación son cada vez más numerosos los artistas que aceptan el adjetivo como distintivo de honor. Identificarse como ballardiano supone formar parte de un expansivo círculo de iniciados, consciente del papel central que desarrolla este autor ajeno a etiquetas y resistente a cualquier intento de clasificación.

En este punto, la muestra nos sumerge en la obra de varios autores que han merecido el adjetivo de ballardiano: Ana Barrado, Ann Lislegaard, Michelle Lord y artistas que realizan películas domésticas con sus móviles.

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